“José no está bien. Hay que comprender su situación. Pase lo que pase, y así lo ha dicho él en muchas ocasiones, siempre tendrá un gran dolor por la muerte de Carlos Parra. Es un hombre muy fuerte, con mucho temple y eso también le está ayudando a la hora de mantener una relación más o menos fluida con el hijo mayor, que cada poco se mete en líos”, explica a Vanitatis un pariente del torero, que confía, como el diestro, en que surta efecto la clave maestra de todo este proceso judicial: que la prueba de alcoholemia no tenga valor procesal.
Aunque algunos testigos han dicho que el torero tenía una “cogorza como un mulo”, otros, como el dueño del bar en el que paró la noche del accidente, han negado la mayor y han afirmado que iba “totalmente normal”. A pesar de que los peritos hayan determinado que Ortega triplicaba la tasa de alcohol en sangre permitida por la ley, la prueba se convierte en punto clave de la sentencia, porque los médicos no siguieron el protocolo y, por tanto, podría anularse. No pidieron autorización al juez para tomar esa muestra y tampoco establecieron la cadena adecuada de custodia, por lo que el abogado de Ortega, Jesús Zapatero, ha argumentado que cualquiera podía haberla manipulado. Con estas cartas en la mano, el letrado ha sido claro: “No creo que Ortega Cano vaya a prisión”, ha sentenciado.
Si, como todo parece indicar, esta prueba es anulada, el torero podría librarse finalmente de la cárcel. José Ortega Cano ha repetido a su entorno las palabras que le dijo a la jueza: “Que sea lo que Dios quiera y lo que la justicia dictamine”.
El día clave
Dos semanas después de quedar visto para sentencia, este miércoles la juez Sagrario Romero comunica el fallo a las partes. La fiscalía mantuvo su petición de cuatro años de cárcel y una indemnización de 169.619 euros, mientras que la defensa del diestro pidió su absolución. Ortega Cano está acusado de homicidio imprudente y dos delitos contra la seguridad vial por provocar la muerte de Carlos Parra tras invadir el carril contrario de una carretera secundaria a 125 kilómetros por hora en una carretera limitada a 90 km/h, según los datos aportados por la Guardia Civil. El acusado se dirigía a su finca Yerbabuena, en Castilblanco de los Arroyos (Sevilla), cuando tuvo el accidente el 28 de mayo de 2011.
La viuda de Carlos Parra, Manuela Gurruchaga, ha preferido marcharse fuera de España el día que se conocerá la sentencia.
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